Esta semana tuve la suerte de que por mi cumpleaños me regalasen una caja de vinos de Bodegas Bocopa, que son unos caldos de origen alicantino de gran calidad y fama a nivel tanto nacional como internacional. En concreto, me regalaron Señorío de Benidorm, uno de los vinos que más me gusta de esta bodega que se constituyó allá por 1987, cuando diferentes productores de la zona decidieron unirse y dejar a un lado la venta a granel para dedicarse a embotellar y así dar salida a su excelente producto. Pues bien, como quería guardar algunas de las botellas para otras ocasiones, me surgió la duda de cómo se conserva el vino de la mejor forma en casa y estuve preguntando acerca de esto a algunos especialistas. Y hoy voy a compartir con vosotros lo que de ellos aprendí.
Una de las razones por las que siempre solemos ver las buenas botellas tumbadas en las bodegas es porque así el vino está ausente de vibraciones y el caldo se mantiene mucho mejor. Además, de esta manera el vino está siempre mojando el corcho, lo que hace que este se mantenga siempre en buen estado, que no se seque y pierda propiedades, lo que podría provocar una pérdida de las cualidades del vino, ya que se podría perder y estropear con un corcho picado y además al perder su flexibilidad para cerrar la botella podría pasar el aire.
Por otro lado, para que no pierda tampoco sus propiedades ha de guardarse el vino en lugares donde la temperatura se encuentre entre los 12 y los 16 grados, de ahí que las bodegas o sótanos sean muy adecuados para almacenar las botellas de los mejores caldos. Las neveras o las cocinas no son una buena opción, especialmente las cocinas, ya que aquí la temperatura puede oscilar mucho cuando estamos haciendo la comida y encendemos los hornos. Lo mismo ocurriría en las estancias que tienen sistemas de calefacción o de aire acondicionado. La oscilación tampoco le viene bien a la conservación del vino. La razón de la temperatura tiene también que ver con el corcho, para que no se seque con el calor y se produzca lo que hemos comentado antes.
Además, es conveniente que el lugar que utilicemos para guardar las botellas sea oscuro, ya que la luz directa tanto del sol como de mecanismos artificiales puede variar las propiedades del caldo y llegar a estropearlo al hacer reacción química. Es por esto que cuando las botellas están en lugares con luz, se tiende a guardarlas bien en cajas o en armarios.
La ventilación
Es muy importante también que el vino se encuentre en espacios que estén ventilados. La razón de esta clave es porque al correr el aire en el lugar donde tenemos guardadas las botellas estas se librarán de atrapar diferentes olores. Asimismo, la ventilación es enemiga de la humedad, lo que nos ayudará a combatir que se puedan crear hongos alrededor.
Hay que tener en cuenta además que por mucho que las condiciones de guardar el vino sean óptimas, no es cierto que los caldos mejoren con el paso del tiempo, por lo que podemos establecer un orden entre las botellas para saber cuándo las debemos consumir. Hay vinos jóvenes que han de beber durante el primer año, después están los crianza que se pueden consumir durante los cinco siguientes, y, por último, los gran reserva, que se suelen beber entre los diez y quince años siguientes a su recogida. No conviene nunca superar estas fechas, ya que se perderán las buenas propiedades de los caldos.