Hay mucha gente que piensa que la pizza no es una comida de un restaurante de alta gama o de una cena gourmet en condiciones pero en mi opinión están muy equivocados. Obviamente no hablo de comprar una pizza en Telepizza y pensar que estamos comiendo un manjar, pero el plato estrella de Italia puede ser toda una exquisitez para nuestro paladar si damos con el maestro pizzero adecuado.
Hace unos años viví en Mallorca, una ciudad donde el turismo llega a ser hasta estresante, y muchas veces, huyendo del bullicio y de las aglomeraciones, encontraba rincones preciosos y restaurantes locales con auténticos manjares. Uno de esos restaurantes fue Art de Pizza, un rincón donde encontré a verdaderos artesanos de la pizza. Ellos fueron quienes me demostraron que este plato típico italiano podía ser tan gourmet o tan “Fast Food” como quisiera el chef que la ideara y el maestro pizzero que la creara y fueron quienes me mostraron el verdadero placer de comer pizza.
Ahora, en mi restaurante, uno de los platos estrella son las pizzas gourmet y tengo comensales asiduos que sólo vienen para comer ese plato. Tenemos pizza de jamón ibérico de bellota, pizza de salmón ahumado con espinacas y salsa de ostras, pizza de pato a la manzana son salsa de chef, pizza trufada con carne de entrecot, etc.
Algunos consejos para crear vuestras pizzas gourmet
Obviamente, no os voy a dar la receta de todas mis pizzas pero sí puedo dejaros algunos consejos para que creéis las vuestras propias.
Una de las mejores recetas de masa de pizza que he encontrado en Internet es esta a la que os redirijo, si seguís los pasos al pie de la letra os saldrá una masa exquisita. Como veréis, los ingredientes son bien sencillos: harina, sal, levadura, aceite de oliva y agua, y en la mayoría de recetas encontraréis que son los mismos, la diferencia radica en el punto de cocción, a fuego lento, y en la forma de amasar que tengáis.
Una vez que tengáis la masa debéis pensar en los ingredientes. Tened en cuenta que todas las pizzas han de llevar salsa, una salsa sabrosa que aporte ese toque tan mágico que tienen las pizzas, pero no necesariamente tiene que ser salsa de tomate con orégano y queso parmesano, o emmental o cheddar, podéis ser mucho más originales. Por ejemplo, en la pizza de pato a la manzana usamos una salsa de carne con manzana confitada y un toque de trufa que deja un sabor exquisito. Para la pizza de jamón ibérico de bellota, en cambio, sí usamos salsa de tomate pero frito con la mayor de las paciencias, a fuego lento, con orégano, nuez moscada, pimienta y hierbas provenzales. Todo depende de la originalidad que queráis darle y del sabor que pretendáis crear.
Los ingredientes que pongáis deben cuajar bien con la salsa. No se os ocurra mezclar cosas al azar, pensad muy bien en los sabores que queréis conseguir y si el contraste de los mismos dejará buen sabor de boca o, por el contrario, se dan una patada al juntarlos. Y sobre el queso: toda pizza ha de llevar queso pero no necesariamente derretido al estilo de la mozzarela, puede ser queso de cabra, queso azul, quesos mucho más suaves e incluso un queso fresco que no se derrite. En este último caso, mascarlo antes con la sartén y darle un toque dulce con un poco de miel suele ser una idea de lo más acertada.
Pensad a lo grande, pensad en lo que os gustaría ver en un plato exquisito e intentad transportarlo a una base de pizza creando los cambios que sean necesarios y disfrutad, disfrutad mucho de cada momento: de la idea, de la creación, de la prueba y de la posterior puesta en carta porque la pizza puede ser un auténtico manjar de dioses.